domingo, 25 de febrero de 2018

Asalto grande, pero esperado                                              

Cumplía mi turno en la Tienda “Listo”, cuando el hampa dio un golpe esperado, aunque no esperaba un contragolpe como el que recibió.            
                       

El 22 de Agosto del 2013 ingresé a ocupar el cargo de cajero en la “Tienda Listo” de gasolinera Primax, en la sucursal “Estación Ruben” en Quito.
Un año completo después, el índice delincuencial en la capital “se disparó por los cielos”. Las víctimas de los robos fueron todas las estaciones de servicio, especialmente pasada la media noche. Me llegó  el rumor de que una moto Yamaha negra, con guardafangos verde, con dos tipos armados merodeaba y atacaba todas las estaciones Primax, como “modus operandi”. Todos lo sabían pero nadie hacía nada.  La noche del viernes fue la estación “Mundo Tuerca”, el sábado la estación “6 de Diciembre” y el domingo le tocó a nuestra estación.
En efecto, se acercó una moto Yamaha Negra, guardafangos verde, dos tipos armados y, en efecto,  robaron.
En este caso, el resultado fue más grave pues la estación en la que yo trabajaba contaba con gasolinera y tienda y  atención las 24 horas.
En total se llevaron $456 con varios centavos, pero irónicamente,  mientras no olvidaban una moneda al momento de desvalijarnos, olvidaron un revolver de fabricación artesanal que le permitió a la policía rastrearlos, ubicarlos y tras un operativo que duró un mes, atraparlos en la misma estación donde olvidaron el revólver.
El operativo contó con fuentes cercanas a los delincuentes  y se planteó como película de acción  estadounidense. Agentes de la policía se capacitaron un par de días para atender a los clientes al mismo tiempo que estaban alertas de dicha moto. Un oficial de apellido Gordón estuvo a mi cargo.
Él vistió mi uniforme al momento del operativo. Se ubicó en mi puesto mientras yo lo asesoraba y ayudaba cuando pataleaba al momento de facturar o cobrar a los clientes normales.
Llegaron las 2:30am y su fuente les aseguró que a esa hora llegarían porque ya nos tenían vigilados, y ¡en efecto!  Se acercó la moto de la descripción, pero esta vez con tres sujetos: El uno se acercó a la caja de la tienda, el otro fue donde un despachador de gasolina y el otro a vigilar. Sin saber que ellos estaban vigilados, al momento de sacar sus armas, se vieron rodeados, apuntados y detenidos por un convoy de policías ocultos, en varios puntos de la gasolinera.

El operativo fue totalmente exitoso pues sirvió para desmantelar una banda grande que operaba casi en todo el país. Más fuerte que el susto del asalto, fue el gusto de saber que fueron arrestados y por supuesto, haber sido participe de aquello.                                                          

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