“Cuando llegué a Ecuador
solo buscaba una nueva vida con mi familia Quiteña. Nunca creí que el Kung-fu se
convertirían en mi vocación, Me titulé como administrador de empresas”, dice
Montoya al recordar cómo llegó al país en busca de un empleo de oficina.
Hombre trigueño y fornido
de 1.83 metros de altura. Gonzalo Enrique Montoya García nació un 13 de abril
de 1982 en Pereira, Municipio de Colombia. A los 12 años se mudó a Bogotá para
estudiar la secundaria y luego la universidad. A los 15 conoció el Kung -fu de
mano de Zhao Wu, su maestro de Artes Marciales de toda la vida, y mientras
crecía y estudiaba, su pasión por el Kung-fu crecía de la misma forma; sin
embargo, optó por estudiar Administración de Empresas en la Universidad Antonio
Nariño de Bogotá, en vez de Cultura Física. Poco después de cumplir 25 años
viajó a Quito donde conoció a Julio Mena con quien, un año después, abriría una
escuela de Artes Marciales.
Con casi 35 años, “El
profe”, como cariñosamente lo llaman sus alumnos, enseña la disciplina china
del Kung-fu desde hace ya 8 años. Y a
pesar de que no estaba en sus planes hacer del Kung-fu su sustento y profesión,
aclara que es la mejor decisión que pudo haber tomado.
Hace 10 años que Montoya llegó
a Quito a casa de su prima, Mónica Merizalde, con quien dice tener una relación
de casi hermanos. “Mi primo es una persona muy agradable, chistoso, amable y
con un carácter muy fuerte; creo que por eso práctica artes marciales”, dice
Merizalde al hablar sobre la pasión por el Kung-fu se su “casi hermano”.
Pese a la falta que le hace su tierra natal, las costumbres y sobre todo la comida colombiana, dice estar muy feliz y orgulloso de también ser ecuatoriano. Así también, dice sentirse orgulloso del trabajo que día a día realiza con sus alumnos.
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