domingo, 25 de febrero de 2018

Testimonio Jersson Cañadas

Una noche antes de volver a ver a mi familia

Luego de tres meses acuartelado en la “11 BCB Galápagos” salí franco por primera vez, luego de la famosa “noche negra”


Mi ingreso al ejército nacional del Ecuador tuvo lugar el 21 de septiembre del 2013, en el fuerte militar “El Pintado”. Luego de pasar los exámenes médicos, fui con destino a la “Brigada Galápagos”, ubicada en la ciudad de Riobamba. Al llegar asignaron camas a los que alcanzaran, el resto dormiría en el suelo. El hambre ayudó a conciliar el sueño, pues no habíamos comido nada.

El ejercicio y el maltrato se volvió rutinario en los siguientes tres meses de “instrucción” militar. Ya sabíamos marchar, armar y desarmar un fusil, disparar y demás cosas “militares”, inclusive aguantar palazos. Pero se acercaba el momento de visitar a nuestras familias, el tan anhelado “franco”.

La noche anterior a la salida, me encontraba en la última formación antes de retirarnos a descansar, pero algo no andaba bien, todo estaba tranquilo. Al finalizar la revisión de personal, sacaron dos bombas lacrimógenas de una funda y empezó una noche muy larga.
El primer paso consistía en desanimarnos con insultos, castigos y golpes. Luego de mucho ejercicio, nos llevaron a una cancha de polo y nos lanzaron un balde de agua helada para prepararnos a recibir el gas. Eran aproximadamente las 11:00 pm cuando nos reunieron en círculo pequeño. Dieron la orden de arrodillarse y agachar la cabeza. 
Luego de unos segundos, se escuchó caer la bomba dentro del círculo. Solo escuchaba gritos y sentía golpes de mis compañeros que trataban de correr. Abrí los ojos y el gas no me permitió ver nada; intenté respirar, pero no pude hacerlo; intenté correr, pero el debilitamiento me lo impidió. Al cesar el gas, pude respirar, pero me sentía muy mareado por la falta de oxígeno. Al abrir los ojos, vi gente desmayada por toda la cancha, unos vomitando y otros regresando a la formación. Pero lo que no sabíamos es que nos esperaba una segunda bomba, pero toda la tortura era soportable porque sabíamos que a la mañana siguiente podríamos ver a nuestras familias al fin...
Elaborado por:
Jersson Cañadas

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